jueves, 26 de febrero de 2015

Carta abierta de Alexis Tsipras a los ciudadanos alemanes

por Aléxis Tsípras

El 13 de enero de este año, Alexis Tsipras dirigió a todos los ciudadanos alemanes una carta abierta, publicada en el diario económico Handelsblatt, para explicar la posición de Syriza sobre la deuda griega y sostiene que la táctica actual de «demorar y fingir» aplicada en Europa va a resultar muy costosa para el contribuyente alemán y condena una nación europea a la indignidad permanente

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La mayoría de ustedes, queridos lectores , ya tienen una idea preconcebida sobre el tema de este artículo, incluso antes de leerlo.

Pido a Dios que no les afecten los prejuicios. Los prejuicios nunca fueron buenos consejeros, especialmente durante los períodos en los que una crisis económica refuerza los estereotipos y genera fanatismo, nacionalismo e incluso violencia.

En 2010, Grecia ya no podía pagar los intereses de su deuda.

Por desgracia, las autoridades europeas decidieron fingir que el problema podría ser superado con un mayor préstamo, sujeto a la austeridad presupuestaria, que, con precisión matemática, lo que hace es reducir drásticamente el ingreso nacional con el que supuestamente se van a pagar los préstamos nuevos y viejos.

El problema de la insolvencia fue tratado, entonces, como un problema de falta de liquidez.

En otras palabras, Europa ha adoptado la táctica de los banqueros con peor reputación, que no reconocen los préstamos incobrables, prefiriendo hacer nuevos préstamos a la entidad insolvente, tratando de fingir que el préstamo original que usted está obteniendo dará buenos resultados, posponiendo, en realidad, la quiebra.

El sentido común sería suficiente para darse cuenta de que la adopción de la táctica de «demorar y fingir» llevaría a mi país a una situación trágica. En lugar de la estabilización de Grecia, Europa ha creado las condiciones para una crisis autosostenida que socava los cimientos de la propia Europa.

Mi partido y yo no estuvimos de acuerdo con la firma del acuerdo de mayo de 2010, en relación al préstamo, no porque ustedes, los ciudadanos alemanes, no nos hayan dado suficiente dinero, sino porque se nos entregó mucho más dinero del que se debía haber entregado y mucho más de lo que podíamos aceptar.

Ese dinero no sería, por así decirlo, una ayuda al pueblo griego, era para ser arrojado en el agujero negro de una deuda insostenible. Tampoco podía evitar el drástico aumento de la deuda pública griega a expensas de los propios sino que obligaría a nuestros socios a cargar perpetuamente con esa deuda, a expensas de los contribuyentes griegos y alemanes.

De hecho, en menos de un año, a partir de 2011, se confirmaron nuestras predicciones.

La combinación de nuevos préstamos gigantescos y de rigurosos recortes en el gasto público disminuyeron drásticamente los rendimientos y no sólo no se pudo contener la deuda, sino que también se castigó a los ciudadanos más débiles, convirtiendo a personas que, hasta entonces, habían tenido una vida mesurada y modesta en pobres y mendigos, negándoles, sobre todo, la dignidad.

El colapso de los ingresos llevó a miles de empresas a la quiebra, dando un impulso al poder oligopólico de las grandes empresas que sobreviven.

Los precios han caído, pero más lentamente que los salarios, lo que ha producido la reducción de la demanda global de bienes y servicios mientras que la deuda continuó su inexorable aumento.

En este contexto, la esperanza de un déficit cero aceleró, fuera de control y antes de que nos diéramos cuenta, el «huevo de la serpiente»: los neonazis comenzaron a patrullar los barrios con la difusión de su mensaje de odio.

La lógica de «demorar y fingir» se sigue aplicando, a pesar de su evidente fracaso.

El segundo «rescate» griego, ejecutado en la primavera de 2012, cargado con un nuevo préstamo sobre los frágiles hombros de los contribuyentes griegos, añadió un corte de pelo a nuestros fondos de la seguridad social y financió una nueva cleptocracia despiadada.

Recientemente, respetados comentaristas han mencionado la estabilización de Grecia e incluso hablan de signos de crecimiento.

Por desgracia, la «recuperación griega» no es más que un espejismo que debemos ignorar lo más pronto posible. El reciente aumento modesto del PIB real a un ritmo del 0,7%, no indica (como se ha planteado la hipótesis) el fin de la recesión, sino su continuación.

Piensen en esto: las mismas fuentes oficiales situaron, en el mismo trimestre, una tasa de inflación de -1,80%, es decir, la deflación. Esto significa que el aumento del 0,7% en el PIB real se debió a una tasa de crecimiento negativo del PIB nominal.

En otras palabras, lo que ocurrió fue una reducción más rápida de los precios que el ingreso nacional nominal. Eso no es precisamente una razón para anunciar el final de los 6 años de recesión.

Déjenme decirles que este desafortunado intento de presentar una nueva versión de «estadísticas griegas», para declarar que la crisis griega ha terminado, es un insulto a todos los europeos.

De largo, merecen saber la verdad acerca de Grecia y de Europa. Con toda franqueza, en la actualidad la deuda griega es insostenible y los intereses de la misma no podrán ser pagados, sobre todo porque Grecia sigue siendo objeto de una simulación de ahogamiento (waterboarding fiscal).

La insistencia en estas políticas sin salida, y la negación acerca de operaciones aritméticas simples, es muy costosa para el contribuyente alemán y al mismo tiempo condena a la indignidad permanente a una nación europea orgullosa.

Peor aún, de esta manera, pronto, los alemanes se volverán contra los griegos, los griegos contra los alemanes y, obviamente, el ideal europeo puede sufrir retrocesos catastróficos.

Como la victoria de SYRIZA, Alemania y, en particular, los trabajadores alemanes, no tienen nada que temer. Nuestra tarea no es crear conflictos con nuestros socios. Ni siquiera para obtener préstamos más grandes, o el equivalente, el derecho a déficits más altos.

Por el contrario, nuestro objetivo es lograr la estabilización del país, presupuestos equilibrados, y por supuesto el final de la gran contracción de los más débiles: los contribuyentes griegos, en el contexto de un acuerdo de préstamo pura y simplemente inaplicable.

Estamos comprometidos a poner fin a la lógica de «demorar y fingir», no en contra de los ciudadanos alemanes sino con la intención de obtener beneficios mutuos para todos los europeos.

Queridos lectores, me doy cuenta de que tras su «demanda» de que nuestro gobierno debe cumplir todas sus «obligaciones contractuales» subyace el tratar de evitar el temor de que, si nos dan un respiro, volvamos a nuestras viejas costumbres.

Entiendo esa ansiedad.

Sin embargo, debo decir que no fue SYRIZA quien encubó la cleptocracia fingiendo la lucha por «reformas» que no afectan a los privilegios obtenidos ilegalmente. Nosotros estamos dispuestos a hacer grandes reformas y, para ello, debemos buscar un mandato del pueblo griego y, por supuesto, la colaboración de nuestros socios europeos, con el fin de llevarlas a cabo.

Nuestra tarea es conseguir un Nuevo Acuerdo Europeo, a través del cual nuestra gente pueda respirar, crear y vivir con dignidad.

El 25 de enero, nació en Grecia una gran oportunidad para Europa. Una oportunidad que Europa no puede darse el lujo de perder.

¿Existió un Estado en Libia?

por Manlio Dinucci

Como de costumbre, los vencedores de la OTAN pretenden reescribir la Historia. Según afirman, Libia nunca fue un Estado y Muammar el-Kadhafi fue un sanguinario dictador. En realidad, la Yamahiriya Árabe Libia fue creada según el modelo de los socialistas utópicos del siglo XIX, de quienes Kadhafi siempre fue un gran admirador. Se trataba, por consiguiente, de un Estado mínimo que resultó desgraciadamente incapaz de defenderse ante la agresión de la coalición imperialista.

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La Yamahiriya Árabe Libia disponía de infraestructuras importantes. Entre ellas se cuenta el «Gran Río Artificial», clasificada como la red de irrigación más grande del mundo.


Según el ahora presidente emérito de la República Italiana, Giorgio Napolitano, no es cierto que la guerra de 2011 destruyó el Estado libio. «Yo considero que nunca hubo en Libia un Estado, en el sentido moderno de la expresión», declaró Napolitano al hacer uso de la palabra en el Senado.

Hace sólo unos meses, el propio Napolitano había calificado Libia de «Estado fallido», un concepto creado por el Fondo para la Paz estadounidense. Pero ahora parece que lo ha pensado mejor: «Que se pueda hablar hoy de Estado fallido es algo que me deja perplejo. El ejercicio del poder autocrático y personal del presidente Kadhafi basado en un sistema de equilibrio entre la multitud de tribus no era un Estado.»

Así que, según Giorgio Napolitano, lo que había en la costa sur del Mediterráneo no era un Estado: la República Árabe de Libia, nacida en 1969 después de más de 30 años de dominación colonial italiana y de casi 20 años de monarquía espuria, inventada por Gran Bretaña y Estados Unidos. Estado que, después de abolir la monarquía, cerró en 1970 las bases estadounidenses y británicas y nacionalizó las propiedades de British Petroleum. Estado que –según reconocía el Banco Mundial en 2010– disponía de «un alto nivel de crecimiento económico», garantizando así –a pesar de las diferencias de desarrollo– el más alto nivel de vida en África y que proporcionaba trabajo a unos 2 millones de inmigrantes africanos. Estado que registraba «fuertes indicadores de desarrollo humano», entre los que se podía citar el acceso universal a la enseñanza primaria y secundaria y, para el 46% de la población, el acceso a la enseñanza universitaria. Un Estado cuyas inversiones hicieron posible el nacimiento de organismos que hubiesen podido hacer realidad la autonomía financiera de África: el Banco Africano de Inversiones (en Libia), el Banco Central Africano (en Nigeria) y el Fondo Monetario Africano (en Camerún).

Al reescribir la historia se está tratando de borrar todo eso y la Libia que existió de 1969 a 2011 se ve representada ahora como un no Estado, como una «multitud de tribus» –definición digna de una postal colonial– que se mantenían juntas únicamente por el poder de Kadhafi. Un poder que indudablemente existía, resultado de las fases históricas que Libia había atravesado, pero que se había relajado y descentralizado abriendo así la posibilidad de una evolución ulterior de la sociedad libia. Una Libia que, a raíz del levantamiento –en 2004– del embargo decretado por Estados Unidos y la Unión Europea, había reconquistado un espacio a nivel internacional.

En abril de 2009, en Washington, la secretaria de Estado Hillary Clinton estrechaba calurosamente la mano a uno de los hijos de Kadhafi mientras decía querer «profundizar y ampliar nuestra cooperación». Menos de 2 años más tarde, aquella misma Hillary Clinton iniciaba la campaña internacional contra Kadhafi, preparando así la posterior guerra.

Pero ahora, en el marco de la competencia por la próxima elección presidencial [estadounidense], los esqueletos comienzan a salir de los armarios.

Pruebas documentales, publicadas por el Washington Times y analizadas por la comisión del Congreso que investiga el asesinato del embajador de Estados Unidos perpetrado en Bengazi en 2012, demuestran que fue Hillary Clinton quien empujó la administración Obama a la guerra contra Libia «con pretextos falsos e ignorando los consejos de los comandantes militares».

En efecto, mientras la señora Clinton acusaba a Kadhafi de genocidio, las agencias de inteligencia estadounidenses indicaban en sus informes internos que «Kadhafi había dado la orden de no atacar a los civiles y de concentrarse en los rebeldes armados». Descubrimos así un informe, enviado por las autoridades libias a varios miembros del Congreso estadounidense en 2011, donde se documentan las entregas a los yihadistas libios de armas provenientes de Qatar con «la autorización de la OTAN».

En aquella época, el presidente Giorgio Napolitano declaraba que, «al no poder mantenernos indiferentes ante la reacción sanguinaria de Kadhafi», Italia se sumaba al «plan de intervención de la coalición bajo la conducción de la OTAN».

martes, 17 de febrero de 2015

Adolf Hitler, el Hombre que SÍ luchó contra la Casta 2.0

por Alertajudiada.com

Nunca lo olvidéis, el poder judío es una ilusión. Son una minoría, viven del engaño, prosperan fomentando la división, enfrentándonos a unos contra otros. De no ser por la TV, Hollywood, prensa, y demás medios de masas, hace mucho que los habríamos vuelto a expulsar. Como ya ha ocurrido en infinidad de ocasiones en los últimos 2000 años. Si queremos organizarnos y luchar, el pueblo debe primero despertar. Colabora en nuestra lucha, y comparte este vídeo con todos tus conocidos. Descarga el vídeo, súbelo a tu canal, compártelo en foros, en Blogs, redes sociales… ¡Que la Verdad se haga Viral!


sábado, 14 de febrero de 2015

Ciudad muerta ( Ciutat morta): Corrupción, abuso de poder, injusticia, racismo

Un caso escandaloso. Ni es el primero ni el único, pero por lo menos, en los tiempos que corren cada vez es más fácil documentar y probar en qué mundo vivimos.
Esto es Barcelona, pero pasa en cualquier ciudad del mundo.
Y a esto lo llama democracia, cuando se les hinchan las venas contra los que denuncian los abusos.


viernes, 6 de febrero de 2015

Otro rescate camuflado de la banca

Xavier Caño Tamayo – ATTAC Madrid


Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), sorprende con otra ‘generosidad’. Este año, el BCE comprará 720.000 millones de euros de deuda pública de estados europeos. De deuda española, 100.000 millones.

¿Reinterpreta Draghi los tratados de Maastrich y Lisboa y comprará por fin deuda directamente a los estados? No. La compra de esa millonada de deuda pública será en el mercado secundario. Es decir, el BCE comprará la deuda pública que tengan los bancos, no directamente a los estados. ¿Quién saca tajada?

Desde el estallido de la crisis, la banca ha conseguido préstamos cada vez más baratos del BCE y con ese dinero la banca ha comprado deuda pública de interés rentable a muy rentable. Intereses que son abonados puntualmente a la banca y que no son minucias. El estado español en 2015 abonará 35.000 millones de euros de intereses. No toda la deuda está en manos de la banca, cierto, pero sí buena parte, lo que hace del programa de Draghi una innegable transferencia de riqueza pública hacia los bancos. ¿Cuántos recortes no evitaría la cantidad citada anual en manos del Estado?

La primera consecuencia de la generosa compra de deuda pública a la banca es que, de haber quitas de deuda, la banca se va de rositas. Y reestructuraciones de deuda y quitas habrá tarde o temprano, porque el total de la deuda (no solo de España) es prácticamente impagable. Quien cargará con la pérdida que supongan las quitas serán los estados, no los bancos que se habrán desprendido de buena parte de deuda pública en su haber.



La actuación del BCE, pues, vuelve a ser un rescate. Otro más del inacabable salvamento financiero que empezó hace ocho años en medio del pánico general de las élites, cuando averiguaron que el sector bancario estaba podrido de activos tóxicos con hipotecas-basura incobrables.

Para Richard Koo, economista jefe del banco japonés Nomura “es muy dudoso que las compras de deuda a gran escala en Europa hagan funcionar la economía real. En Estados Unidos y Reino Unido no han tenido efectos sustanciales, pues casi todo ese dinero se ha quedado en los mercados”. Es decir, en la especulación financiera. Este economista augura que la compra de deuda pública a lo grande rendirá pocos frutos en la economía real de la eurozona.

Desde que empezó la crisis, a muchísimas empresas se les cerró el crédito. Se arruinaron, bajaron la persiana y aumentó el desempleo. Sin embargo, la banca europea tiene barra libre de liquidez. Dinero barato, tanto como necesite. Pero aún así, ¿cuál es la situación real de la banca?

Los últimos datos anuales de relación de capital real y activos de los cincuenta bancos más grandes del mundo indican que el capital de éstos en total es de 772.357 millones de dólares. Pero sus activos suman más de 67 billones. Ochenta y siete veces más en activos que capital. El Banco de Santander tiene casi 197 dólares en activos por 1 dólar de capital real, y el BBVA 20 dólares y medio de activos por 1 de capital. Así las cosas, para el BCE, y para la banca, los rescates son sacramentos sagrados para que ese sistema financiero no se hunda. Aunque no los llamen rescate. ¿Pero benefician también a la ciudadanía?

Pues no. A pesar de los rescates, el crédito no llega a las empresas ni a los consumidores y el que llega es caro. El profesor Juan Torres López explica que la falta de financiación no es por falta de liquidez de los bancos sino porque la banca europea no ha saneado sus cuentas de verdad. Y no lo hará si no dispone de suficiente capital y, si no lo hace, la economía productiva continuará estancada.

La otra cara de la moneda es que, por inactividad de la economía real, que tiene mucho que ver con la falta de crédito, el año acabó en España con 200.000 parados más que hace tres años cuando el Partido Popular inició la cacareada recuperación. Además de que los hogares con todos sus miembros en paro son 1.766.300 familias. Y, como expone Economistas Frente a la Crisis, el escaso empleo que se crea es de baja calidad, muy inestable, con salarios bajos y a tiempo parcial involuntario.

Con la situación así, ¿para qué queremos que rescaten bancos (una vez más) con dinero público?